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Tomás Calvillo Unna

28/08/2024 - 12:04 am

El rescate del ser

“Es la médula misma de esta entrañable soledad de cada quien”.

“El misterio perdura”. Pintura: Tomás Calvillo Unna

I

Las nubes nunca han tenido prisa,

ni cuando son tormenta.

Esta pausa que nos alerta

también es un presagio,

algo preparan.

Comienzan a reunirse,

están decididas.

Ni una fisura de duda,

todas se acompañan:

esbeltas y obesas,

ligeras y densas.

Nadie se discrimina

saben que tienen que estar juntas.

Dejan que el viento las acompañe,

es su mejor aliado;

provienen del indómito mar

que se avecina.

Avanzan sobre las ciudades,

estos cuarteles de la cotidianidad.

II

Aparecer Desaparecer,

en este parpadeo

transcurren los siglos.

El instante,

cuando se detiene,

reconoce el despliegue

de su inconmensurable abanico;

en realidad expresa el vacío

donde emerge todo.

III

Los demonios de la obcecación

expanden su sombra,

aún así,

ya están derrotados por el destino.

El cinismo propaga su epidemia:

despoja de la alegría,

aquella cuyo credo

no está en la risa, ni en el grito.

IV

Ráfagas de altivez

pretenden inhibir el camino.

El espejismo de décadas

se tritura entre las manos:

el rancio poder

en el nudo de la corbata;

el forzado traje de la investidura;

el costo del desprecio de la ignorancia;

el falso atajo de la mentira;

el salitre de los rencores;

la canija y terca soberbia

que nos arremete y ciega.

V

El soplo en la distancia resiste

y ya es cercanía.

La silueta silenciosa de quien escucha;

esa edad avanzada de nubes,

su parsimonia,

su perfil en el horizonte

que confronta desde su innata serenidad,

los espasmos cada vez más frecuentes

de la agitada desesperanza,

que se propaga

como el bien diario de consumo.

VI

Es la médula misma

de esta entrañable soledad

de cada quien,

que recupera la textura del silencio,

al reconocer

las sílabas ocultas de la voz,

(la biblia de nombres);

el polvo de oro de la conciencia,

en las laderas del amanecer,

sus circuitos secreto que se develan,

su invaluable respiro de libertad interior;

la primigenia desnudez de nuestro saber,

el eterno retorno de estar aquí,

el aprendizaje del ser

en este día que ya languidece,

su rescate.

VII

La entrañable certeza de la vida,

el sobrio gesto de la amabilidad,

su fina plenitud

que permite reconocernos como prójimos,

incluso,

en medio de las imponderables estadísticas

y su lúgubre presencia: la suma cero

de su imposición.

 

Rendija:

  1. En este país, la violencia de género encarna día a día ante los ojos de la nación en quiénes deberían ser un ejemplo para evitarla. Lastimosa pedagogía del poder.
  2. Los últimos estertores de una generación que se oxigenó y asfixió con la atmósfera de la guerra fría.

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